2018: Las causas de la rebelión.

Isidro Galicia/ÁGORA DEBATE.
La democracia mexicana es producto del rompimiento institucional en el México del siglo XX.
No se originó en el contexto de un proceso político consensuado o de un movimiento sostenido por el régimen mexicano.
Se gestó en medio de la sospecha, desconfianza y en el fraude electoral de 1988, pero además, de una gran movilización electoral.
El retornó del PRI en el 2012, se concretó en una concertación política entre el calderonismo y Enrique Peña Nieto, como ocurrió en el 2006, con la continuidad del panismo en el gobierno de la República.
En el 2018 son diversas las causas que reclaman la alternancia en el gobierno de la República y la salida del grupo en el poder federal.
Los agravios institucionales por la clase gobernante, profundizaron los desafíos de la sociedad y de las entidades gubernativas del país de hacia el futuro.
El deterioro de nuestro sistema político, ahondó en la pérdida de confianza de los ciudadanos en el andamiaje institucional de la nación.
Los abusos del poder desafiaron la inteligencia de la ciudadanía, los políticos desoyeron el reclamo de estos, y se protegieron a gobernadores delincuentes – aunque procesados unos y prófugos otros- pero pactado para exhibirlos y quizá inmunizarlos.
Y la corrupción como un mal endémico que balcaniza la autoridad y deslegitima los actos gubernamentales.
Y qué decir de la insospechada violencia que fragmenta el mosaico social del país.
Por ello, la consolidación de una auténtica democracia en México, debe construirse mediante un profundo acto de conciencia colectiva y social, donde las implicaciones en juego motiven una alternancia consensual, entre ciudadanos y los movimientos políticos reivindicadores.
Corrientes sociales que acompañen a la transformación política y un nuevo impulso a la democratización pública.
Las elecciones presidenciales del 2018 se avizoran inequitativas y bajo un alud de actos ilegales permitidos de forma omisa por el INE.
Y es probable, que los mexicanos acudamos a las urnas en un contexto de abierta impunidad electoral.
Los argumentos sobran para que el PRI regrese a la oposición política y castigar a quienes defraudaron la confianza de la sociedad.
El acto de rebelión ciudadana debe manifestarse en las urnas.
Después será demasiado tarde.